miércoles, 19 de diciembre de 2012

Mi abuelo

No puedo describir lo que siento en estos momentos, la tristeza que invade mi corazón es demasiado grande, demasiado grande para mi alma, en su momento, pensé que a la muerte de mi abuelo la superaría como lo hiciera hace casi 17 años la de mi abuela, pero lamento darme cuenta que no es así, al contrario, siento que me dolió mucho más que ella, me dolió que las últimas palabras de él no fueran un “se fuerte, no te preocupes” o un “con cuidado”…fueran demasiado tristes y de alguna forma dolorosas, lo fueron y eso ya no lo puedo cambiar…pero tampoco puedo cambiar el dolor que siento en estos momentos, me dicen que es por el momento, que se me pasará con el tiempo, pero pareciera que no es así, pareciera que el dolor se queda y no se va.

Después de velarlo en su casa y a la partida de la carrosa para La Candela, Pinotepa Nacional, Oaxaca, todos mis tíos y tías me encargaron a mi madre, me dijeron que la cuidara, que estuviera al pendiente de ella…palabras vacías de sentido para mi, pues desde que cumplí 16 años y empecé a darme cuenta que soy hija única y que la distancia con la familia hacia que esta posición fuera cada vez más dura y dolorosa, sé desde hace 10 años que debo de ser fuerte para mi madre, porque mi padre es fuerte para mí…aun así no dejo de pensar que es injusto no poder mostrar mi dolor, mis lagrimas con quien debería de hacerlo: mi madre, pues al fin de cuentas, es con ella con la que cuento con este lazo con mi abuelo, perdón por no ser la hija fuerte que debo de ser, pero las lagrimas son más fuertes que yo, perdón por no poder demostrar que nieta de ese hombre que ayer partió a su tierra, como siempre lo quiso…pero también siento, también lloro y también me duele.

Recuerdo a mi abuelo llevándome y trayéndome del kinder de La Caracol, haciendo unas casitas blancas para la escuela que me habían pedido, dibujando venados y soles, flores e iguanas, siempre leyendo, siempre con un libro en la mano, leyendo, no importando de qué se tratase, pero siempre leyendo…lo recuerdo con su caminar lento pero airoso a la vez, con su paso seguro pero silencioso, su sombrero y lentes oscuros, sus tatuajes en las manos y su semblante sereno…su chaleco y camisas de cuadros, pañuelo en la bolsa trasera derecha y llaves colgando de una cadena del mismo lado…su preocupación porque yo no tuviera un trabajo o no hubiera concluido del todo la carrera…porque estoy gorda y me puede dar la diabetes, siempre ahí como un “roble” y ahora…ahora ya no está ahí, ya no lo escucharé quejándose del gobierno, me quedé con muchas preguntas para él y otras tantas para mi…sé que está descansando, sé que después de casi 100 años se ganó ese derecho y privilegio, pero, aun así…me duele.

 

martes, 18 de diciembre de 2012

17 de Diciembre del 2012

 

Desde hace algunos días me estuve preguntando qué haría o pasaría si mi abuelo nos faltara…no es que quisiera que se muriera, pero ya lo veía viejo y cansado, a casí 100 años de vida consideraba que había vivido lo que tenía que haber vivido, lo extrañaría sí…pero no pensé que me dolería tanto una vez que pasara, siempre vi en mi abuelo un roble, de esos árboles viejos por el tiempo, pero fuertes en sus ramas, caídos un poco por los problemas pero sabios en sus consejos…yo soy un brote de ese árbol, yo soy parte de esa madera, YO SOY HERENCIA VIVA DE ESE HOMBRE, yo soy su nieta, YO SOY SU MALENITA, yo soy sus gustos…

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