Tomando un café capuchino y sentada en la terraza de mi casa, espero pacientemente a quien fuera mi eterna enemiga, a la cual tantas otras veces deseaba evitar y otras simplemente pasaba sin saludar.
Hoy no puedo ya darme ese lujo, pues el tiempo ha pasado y ahora por más vueltas que le dé al asunto, el deber ha dejado de llamarme…
Conocí al amor a la edad de 21 años, convivimos por algún tiempo y poco después decidimos unir nuestras vidas, poco después de esa unión nacieron nuestro hijos, desde antes yo no buscaba a esta amiga, la cual en esos momentos no deseaba ver, simplemente la veía pasar, pero nada más. Cuando crecieron mis hijos más le rehuí a sus visitas y citas, en ocasiones me invitaba un café para conversar y hacer las paces, cosa que desde antes ya las teníamos hechas, simplemente que ahora era necesario aclarar ciertos términos.
Transcurrió el tiempo y mis hijos crecieron, ahora deseo ver a mis nietos, ver crecer a mis hijos y desarrollarse…o al menos eso era lo que deseaba, pues el amor de mi vida también deseaba lo mismo; mi amiga venia cada vez más frecuente a visitarnos, no directamente, pero se daba sus vueltas, como queriéndonos recordar que no podíamos evitarla y que tarde o temprano vendría con nosotros a platicar.
Comprendiendo esto y para evitar malos entendidos, aclaramos la situación con nuestro hijos y a tiempo, pues mi amiga vino a visitarnos el año pasado, platicó con mi amor, con el ser que compartí más del 70% de mi vida y llegaron a un acuerdo, en que mi esposo se iría con ella y que me esperaría allá donde lo llevará, mientras yo me quedaba para darle los últimos toques a la casa.
Es desde hace un año que la espero todas las tardes sentada en mi terraza, donde puedo apreciar esos tonos dorados que tanto gustaban a mi amor, ver esos rayos solares que parecen aferrarse al cielo, pero que están consientes de que renacerán al otro día.
Desde hace un año no pierdo las esperanzas de volver a verme en los ojos de mi amor, en abrazarlo y decirle cuanto lo extrañe, pero mi amiga no apareceré…desde hace un año no pierdo la fe de volverla a ver por aquí y que me diga ‘Vengo a platicar y a tomarnos ese café que me debes desde hace mucho’ No he perdido las fuerzas para encararla con una sonrisa y pedirle que me lleve a su lado…lo extraño tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario