miércoles, 13 de abril de 2011

Abril

OLYMPUS DIGITAL CAMERA         Las cosas no suelen salir como espero, la situación tiende a complicarse conforme para el tiempo y los hechos se entrecruzan para conformar este bizarro presente.

Parece que fue ayer cuando te vi caminar por el anden contrario del tren, ibas con tu falda blanca con flores rosas, de lejos parecían pequeñas motitas rosas, adornando el vuelo de la virginal falda, tu blusa también era blanca, de tirantes, con los cuales nos permitías apreciar tus hermosos brazos marmóreos, delicados al tacto y fuertes en el abrazo. Solías llevar el cabello recogido por las mañanas, pero por las tardes lo llevabas al aire…yo tenía la suerte de verte dos veces al día, en la mañana cuando abordabas el tren para el trabajo y en la tarde cuando regresabas a tu hogar.

Fue poco después de tres meses cuando me atrevía a pedirte la hora, tímidamente, temiendo que me rechazaras…tu mirada se detuvo por un momento en mi rostro, me sonreíste cuando me dijiste con tu voz cantarina: “Son las 5:15”, nunca olvidare el timbre de tu voz, desde ese momento procuré saludarte siempre que te veía, poco a poco nos fuimos acercando, hasta el punto de esperar el uno al otro para “regresar” juntos a casa, yo solo cumplía con acompañarte a la estación donde tomarías el camino hacia el barrio oeste, yo solo veía alejar tu silueta entre la multitud, con una estúpida sonrisa.

Nunca me atreví a decirte la verdad, yo no vivía en donde te comenté, vivía en el barrio más pobre de la ciudad, trabajaba en un humilde despacho de abogados como ayudante, me encontraba realizando la tesis cuando mi padre falleció en una pelea de cantina, mi madre quedo desprotegida, mi hermana a la mitad de su carrera…tuve que abandonar todos mis sueños para ayudarlas, para verlas…pero lo único que no dejé fue el verte, no dejé de soñar con hacer una familia contigo…

Las cosas no salieron como esperé, tu traslado a otro país debido a tu trabajo me dio un golpe inmenso en el corazón. La felicidad mostrada en tus ojos claros me desarmaron para pedirte que te quedaras, no podía pedirte que abandonarás tus sueños, tus ilusiones, al menos no por lo poco que te podía ofrecer. Simplemente te felicite y te acompañe como todas las tardes hasta la estación de siempre, cuando te despediste puede ver un dejo de tristeza en esos hermosos ojos ámbar.

Te dirigiste a la salida, te detuviste por un momento…dudando por salir de la estación, al voltear tu rostro, pude ver dos rastros de lagrimas…corriste a mi, me abrazaste y mencionaste en mis oídos las palabras que nunca creí escuchar y por las cuales, aun después de todo este tiempo te sigo esperando aquí: “Gracias…no me olvides, regresaré lo más pronto posible y entonces…pedirás mi mano. No es necesario que digas más, sé porque dejaste las tesis…mi padre fue tu profesor en la universidad. . .Te Amo”

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