domingo, 6 de julio de 2014

Reiniciando vidas IV

Parecía que fue ayer cuando dejó de verla, dejó de percibir su aroma en la almohada o de escuchar su voz al despertar todos los días. Pero en realidad habían pasado 6 largos años, los mismos que pensó que moriría uno tras otro.

Al abrir los ojos, lo primero que hizo fue respirar profundamente y recordar cada momento que puedo observar de nuevo a Citlali, lo había visto de nuevo, después de ese encuentro fugaz en el restaurant, la vio de lejos cuando ésta llevaba de la mano a una pequeña, quien se le veía muy animada de estar al lado de su madre, iba contándole el día en el colegio, la madre atenta escuchaba con interés cada palabra de niña, respondiendo cada pregunta que su hija hacia. Al llegar al parque público se divirtieron en los columpios y los subibajas, absortas en su mundo, ignorando que Gabriel las observaba desde su automóvil, incapaz de interrumpir aquella escena, por el miedo de volver a perder a Citlali, pensaba a cada segundo que se trataba de su hija, hija de ambos, que no había otra explicación, la edad que aparentaba la niña coincidía con el tiempo que no veía a Citlali.

Después de 40 minutos se retiraron para la casa de los padres de Citlali, y ahí estuvo Gabriel, esperando la oportunidad de hablar de nuevo con esa mujer que le causaba descargas eléctricas con solo pronunciar su nombre. Poco antes de las 6 de la tarde, Citlali salió sola, ¡era el momento!… Salió del automóvil y se dirigió directamente hacia ella, había planeado que el encuentro fuese casual, pero después de pensarlo más de cien veces, decidió encarar la situación, pues así debían de ser las cosas.

- ¡Citlali!- alcanzó a gritar- ¡Hola! ¿Cómo estás? No había sabido nada de ti durante 6 años- Fue lo más directo posible, al ver la sorpresa en esos ojos color miel dorada, tuvo por un momento el impulso a abrazarla y decirle que la había extrañado infinitas noches, incontables días y anhelaba estar con ella, volver a lo que había sido hace tiempo.

- ¿Qué haces aquí?- Fue lo único que pronunció con aquella voz que tanto tiempo soñó –Supuse que estarías en el extranjero como me lo habías dicho la última vez que nos vimos- había un dejo de reproche en ese comentario, pero la tez pálida le indicaba que estaba más nerviosa de lo que pretendía demostrar.

- No, me quedé como te puedes dar cuenta y bueno- respiro profundo- quise pasar a saludar a tus padres, hace tiempo que no los veo- decidió no comentar nada al respecto de la niña, pues la actitud de Citlali era poco menos que alegre- pero no pensé que te encontraría, hasta que te vi salir de su casa.

-Ah… sí de hecho ya me voy, por qué no vienes otro día, mis papás están ahorita ocupados con…- desvía la mirando buscando una excusa- están ocupados con…

-¡Mamita! Se te olvidó su sombrilla- la interrumpe una voz, la voz más tierna y angelical que pudo haber escuchado Gabriel, ambos volverán a la dirección de dónde viene esa vocecita y se encuentran cara a cara con la pequeña, de no más de 5 años, ojos color miel dorada como su madre, igual de expresivos…

-Ah… Sterne, gracias mi vida- balbuce Citlali- será mejor que te metas a casa, ya es tarde y te puedes enfermar –señala la puerta de la casa y la dirige hacia ella, una vez que la niña se encuentra dentro, mira enojada a Gabriel y con voz fría le dice: Será mejor que te alejes de nosotros, no necesito nada de ti, yo puedo criarla sola y tú puedes hacer tu maestría en el extranjero, será como si nada hubiera pasado y si me disculpas, tengo cosas que hacer- termina de esta forma, dirigiéndose hacia la avenida, sin darle tiempo de reaccionar a Gabriel, quien a pesar de saber que era lo único seguro que esa pequeña fuese su hija seguía sin comprender del todo la actitud tan a la defensiva de Ciclatli, quien ya le llevaba más de media cuadra de ventaja.

Él siempre se caracterizó por su prudencia, por su forma de actuar tan cauta, pero en esta ocasión esa actitud no le iba a ayudar a saber más sobre esa niña y sobre lo que pasaba el amor de su vida…

Hace mucho tiempo…

Hace mucho tiempo que no paso por aquí, que dejé de escribir para mí, para complementar lo que llevo dentro, para sacar mis alucines y demás sueños.

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