La lluvia de marzo...

Últimamente no me has marcado, las responsabilidades en nuestros trabajos nos han alejado poco a poco, al grado de no vernos en cerca de 2 meses, con algunas llamadas fugaces y correos esporádicos, hoy en la tarde me cuestioné el porqué consideraba que seguíamos teniendo algo en común.
Dejando de lado que ambos estamos en la misma empresa, propiedad de mi tío, pareciera que somos dos desconocidos, pareciera que nos importa poco la relación que tenemos, me he enterado que has estado saliendo mucho con tus compañeros de la oficina, pero al ser de diferentes áreas, no podemos coincidir.
En fin, me encuentro en el pequeño bar donde antes nos veíamos después del trabajo para terminar la noche en tu departamento, no puedo evitar observar constantemente en dirección a nuestro rincón, cuando la presencia de la nueva integrante de la oficina de publicidad llega a sentarse en la misma silla que llegaba a ocupar en nuestras citas...regreso el mirada a la barra, apuro un poco más mi margarita mientras escucho de fondo un poco de jazz, con esos toques tan europeos que te encantaban; era por ello que siempre terminábamos ahí, disfrutando de nuestra compañía. 

Pasan cerca de 15 minutos, cuando alguien me toca el hombro y la voz de Javier llega danzando de mi lado izquierdo, me encuentro con esos ojos marrón oscuro y le sonrió, Javier ya tenía cerca de 5 años en la empresa, entró poco después de nosotros, incluso se puede decir que es de los pocos que sabe de nuestra relación, y desde un principio siempre nos apoyó.


¿Qué haces Esther?, es apenas martes como para venir a tomar una copa.- me dijo como un saludo.
Estoy esperando a Dario... -Es mi parca respuesta, Javier siempre aparace cuando algo no funciona bien en la empresa, ahora su presencia en ese mismo instante me incomoda.


No termino muy bien de perder mi vista en sus ojos, cuando tu voz me hace reaccionar...Javier y yo dirigimos la mirada hacia la dirección de donde viene tu voz, trato de entender la escena que se desarrolla ante mis ojos, te acercas a la nueva chica de la oficina de publicidad, se dan un beso apasionado, de esos besos que tiene meses no nos damos, siento que el vaso de la margarita se desliza por mis dedos, pero no logro sujetarlo, el estruendo no se hace esperar, las lagrimas surcan mi rostro, pero es tapado por un pecho, siento cosquillas en la nariz provocadas por el rozar de una corbata, siento como poco a poco me rodea con sus brazos y su perfume se impregna en mis sentiros...su voz roca mi oreja:
No observes, pago tu cuenta y te lleva a tu departamento, no quiero que sigas viendo esto.
No sé como logre moverme, aun abrazada por él, pero si logro alcanzar a escuchar algunas palabras que le diriges:
Te he extrañado, amor. ¿cómo están las cosas en tu casa? ¿Le preguntas eso a ella?, es como si de verdad te importara y te preocupara lo que sucede en su vida, pero...¿y yo?...¿dónde quedo?
No puedo evitar la pregunta durante el trayecto a mi departamento, escucho la música que pone Javier en su automóvil, pero pareciera que está lejos de mi mí, la escucho como un eco, al igual que la voz del chofer quien después de llegar a la entrada del edificio donde vivo me debe de tomar de la mano para llevarme hasta la propia puerta del departamento que estaba dispuesta a vender para comprar uno más grande...mejor...para vivir en el con Dario. Las piernas me empiezan a temblar, siento palpitaciones en mi pecho, el terror lo empiezo a sentir una vez dentro del departamento...no logro bien dar tres pasos cuando todo se vuelve borroso, siento un sudor frío recorrer mi frente, lo último que recuerdo fue el llamado de Javier...
La lluvia de marzo me arrulla mientras estoy recostada en mi cama, no recuerdo cómo llegué a ella...pero el golpeteo de las gotas sobre las ventanas logran arrullarme y vuelvo a dormir, deseando que sea una pesadilla lo que recuerdo perfectamente del bar...tú...la chic nueva...la margarita cayendo y la voz de Javier diciendo: Siempre pensé que esto pasaría...ahora duerme mi niña.